JAVIER DORADO. DIRECTOR DEL INJUVE
OPINIÓN

El mic mic de los millenials

Javier Dorado. Director del Injuve
Javier Dorado. Director del Injuve
Javier Dorado
Javier Dorado. Director del Injuve

Cuando éramos pequeños y no había Instagram, los ochenteros y primeros noventeros pasábamos alguna que otra hora viendo los dibujos en la televisión como parte de nuestro ocio. Seguro que cada uno de nosotros tendría su preferido, pero a todos nos sonrojaba El Correcaminos. Era divertido ver como superaba todas y cada una de las tretas que le tenía preparadas El Coyote, esos planes premeditados que parecían perfectamente diseñados para parar la carrera del avestruz pero que una vez tras otra se volvían en su contra.

Había algo en El Correcaminos que lo caracterizaba y era, además de su velocidad, su onomatopeya: “mic-mic”. No sabíamos por qué pero cuando pronunciaba esa expresión, no había quien lo parase.

Los jóvenes, como El Correcaminos, siempre hemos estado en el punto de mira. No es algo nuevo, lo estaban también los que hoy acumulan mucha ‘juventud’ cuando, entonces, apenas superaban la veintena, cuando representaban el futuro de la sociedad y las tendencias del momento.

Quizás haya un aspecto donde sí nos sentimos caracterizados y es que la exigencia de resultado por parte de nuestros coetáneos, la dación de cuentas, se produce de manera apresurada, cuando apenas hemos sido capaces de acabar nuestras carreras o superar nuestra primera experiencia laboral. Aun así lo comprendemos, pertenecemos a la era de la instantaneidad, del doble check azul. Sabemos que muchos ven en nosotros la esperanza de construir un mundo mejor, pero seguramente nos llevará todavía unos añitos y cuando acabemos nos costará sintetizarlo todo en 140 caracteres o en unos pocos calificativos.

La presión, la observancia o las altas expectativas no es algo que nos amilane ni que nos haga sentir peor, es sencillamente un aliciente para seguir trabajando en nuestro propio camino. Lo que en cambio sí genera cierto malestar es la recurrente e imperiosa necesidad de quienes, con mejores o peores intenciones, se marcan el atrevimiento de lanzar afirmaciones categóricas –algunas contradictorias entre sí- sobre cómo somos o no somos los millenials, cayendo en los dos peores errores que puede cometer un analista: la generalización bruta y simplista como si de un grupo homogéneo y uniforme se tratase y la conclusión sobre algo, en este caso sobre alguien, que todavía está escribiendo los primeros pasos de su legado.

Egoístas, desinteresados, impacientes, malcriados… googleen si tienen tiempo el término ‘millenials’ y no tardarán en encontrar reportajes y artículos que hablan sobre nosotros en estos términos, sin rodeos ni matices, como si la posesión de la verdad les acompañara. 'Ladran, Sancho, señal que cabalgamos'.

No hace falta construir un discurso para los millenials, los millenials creamos –en presente- nuestro propio discurso sin paternalismos. Ya les adelanto que no será un discurso único y uniforme, reflejará la pluralidad de una generación libre y ambiciosa, que influye desde el primer minuto en las decisiones de todos aquellos que por intereses comerciales, sociales, políticos o de cualquier otra naturaleza aspiran a contar con nuestra confianza.

En realidad, y sin que muchos se hayan dado cuenta, lo que de momento hemos conseguido es reescribir el discurso de otras generaciones y aunque ya fuera solo por eso, esta generación, la nuestra, la de los millenials, ya ha valido la pena.

Quizás sea casualidad, o no, pero el grito de El Correcaminos sirve como metáfora de lo que yo me atreveré, ya puestos, a afirmar categóricamente y es que los millenials tenemos Motivación, Ilusión y Confianza por partida doble, como El Correcaminos, MIC MIC. En definitiva optimismo, y eso no hay quien lo pare.

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