50 años de 'Pink Flamingos', de John Waters: la película más inmunda que forma parte del Registro Nacional de Cine de Estados Unidos

La historia del filme de culto con el que John Waters y Divine convirtieron el underground en fenómeno masivo.
Pink Flamingos
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Así era el tráiler 'Pink Flamingos'
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Cuando el clásico de culto Pink Flamingos se estrenó mundialmente en la Universidad de Baltimore, a mediados de marzo de 1972, muchos de los que acudieron a la proyección se quedaron boquiabiertos. 

El nivel de zafiedad, descaro y perversión que John Waters (director y guionista del filme) y los actores protagonistas exhibían en la película escandalizó a algunos. Sin embargo, también sirvió para que el público empezara entonces a hablar de ella y animara a otros a ir a verla.

La trama de esta comedia negra (el primer largometraje que Waters rodó en color) seguía de cerca las aventuras de Babs Johnson (Divine), una grotesca mujer que vive retirada, escribiendo sus memorias y rodeada de inmundicia en una caravana, y que acaba de ser nombrada ‘la persona más inmunda del mundo’ por un periódico local. 

A lo largo de 93 minutos, Babs y los suyos se esforzarán por demostrar que la mujer es merecedora de semejante corona, brindando para ello momentos repletos de travestismo, escatología, canibalismo y hasta zoofilia.

La pandilla de John Waters

El elenco principal estuvo integrado por amigos y conocidos de John Waters, los llamados dreamlanders, quienes ya llevaban un tiempo colaborando con él en sus proyectos de cine independiente de bajo presupuesto. Ninguno era todavía en ese momento actor profesional, pero todos ellos se hartaron de ensayar y se tomaron muy en serio lo que estaban haciendo. 

La pandilla de John Waters
La pandilla de John Waters
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Además, parte de aquel crisol de bichos raros había actuado ya en los dos primeros largometrajes de Waters, Mondo Trasho (1969) y Multiple Maniacs (1970), películas que nacieron del humor, la ira contenida y la necesidad de burlarse de los idearios hippies y los valores pacatos (y que el cineasta se encargó de distribuir personalmente en San Francisco).

Entre otras cosas, Pink Flamingos supuso el debut de Van Smith como diseñador de vestuario y estilista de los dreamlanders. Van fue de hecho el artífice del que hoy en día es considerado el look más icónico de Divine, quien cambió radicalmente de estilo para rodar esta película. 

Divine nunca dice no

Para crear esa imagen nueva y exagerada, el artista le pidió al actor y cantante que se eliminase las cejas y se afeitara la cabeza hasta la mitad del cráneo con la intención de que hubiera más espacio para la enorme cantidad de sombra de ojos azul que pensaba aplicar bajo sus arquea.

Por último, Van atavió a Divine con un vestido rojo largo y ceñido con cola de pez que le hacía parecer, en palabras del propio estilista, un cruce entre la actriz y modelo Jayne Mansfield y el payaso Clarabell. 

Divine en 'Pink Flamingos'
Divine en 'Pink Flamingos'
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"[La gente] había visto drag queens, porque entonces ya se había estrenado The Queen, pero aquella película mostraba drag queens aburridas, drag queens que querían ser como Bess Myerson, Miss America o sus madres. Divine asustaba a este tipo de drag queens, porque aparecía en los eventos llevando una motosierra y con cicatrices falsas en la cara. Creo que Divine inventó a la drag queen atrevida".

Cuando Pink Flamingos se rodó —con apenas diez mil dólares que Waters pidió prestados a sus padres—, a principios de los setenta, el porno acababa de ser legalizado en Estados Unidos. Waters pasó un tiempo dándole vueltas a la idea de incluir en su película algo que, sin ser ilegal aún, volviera locos a los futuros espectadores y, sobre todo, diera que hablar en el país. 

Fue así como se le ocurrió que Divine cerrara el filme comiendo mierda de perro. Dispuesto a casi cualquier cosa por convertirse en la estrella de cine que siempre había soñado ser, el actor aceptó pasar aquel mal trago (nunca mejor dicho).

'Pink Flamingos' contra la censura

Aunque Pink Flamingos se autoimpuso orgullosamente una calificación X, la más prohibitiva del sistema estadounidense, no pudo esquivar la censura y fue prohibida durante mucho tiempo en lugares como Suiza o Australia. 

Además, Mary Avara, secretaria del Consejo Censor de Maryland, era una gran guardiana de la moral y le tenía ojeriza a John Waters; por lo tanto, se quedó ojiplática al ver la cinta y ordenó que se eliminaran varias escenas antes de su estreno comercial en teatros de ese estado.

Al final, Waters acabó convenciendo a New Line Cinema para que aceptase distribuirla. Fue en febrero de 1973 cuando el exhibidor y distribuidor Ben Barenholtz aceptó mostrar Pink Flamingos en su teatro, el Elgin de Nueva York, donde se había estado exhibiendo en sesión de medianoche y con bastante éxito el clásico psicodélico de culto El topo.

En principio, el Elgin pensaba exhibir la cinta de John una sola vez —en sesión de medianoche, por supuesto—, así que el director de cine y David Lochary se encargaron de llamar a todos sus conocidos para pedirles que por favor acudieran a la cita en aquel teatro de la Gran Manzana.

El poder de convocatoria de ambos sirvió para que la sala acabase medio llena aquella noche y que, como consecuencia, los responsables del Elgin accediesen a volver a proyectar el filme el siguiente fin de semana. John recordaría aquella experiencia años más tarde en su libro Shock Value: “Sin publicidad, excepto un pequeño anuncio en The Village Voice, Pink Flamingos comenzó a ponerse a medianoche dos noches a la semana, luego tres, cuatro y finalmente siete”.

'Pink Flamingos': un taquillazo subterráneo

Al final, Pink Flamingos permaneció en cartelera en el Elgin durante cincuenta semanas y, con el tiempo, gracias sobre todo al apoyo de la prensa alternativa y el poder de la comunicación boca a boca, se convertiría en todo un objeto de culto. 

Divine, por su parte, se consagró como estrella del cine trash y, tras su muerte en 1988, también como icono de la cultura pop. “Los fans crearon a Divine. No fue un estudio ni ejecutivos de cine ni nada de eso. Fue John Waters, un amigo de la adolescencia al que le gustaba escribir películas que eran impactantes. Fue un caso de ‘la genialidad se encuentra con la genialidad’”, explicó el historiador Owen Keehnen en Divine. La historia de la mujer más hermosa del mundo (casi), un libro editado en 2020 y elaborado por el que aquí escribe.

Pink Flamingos
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Lejos de haber sido olvidada, parece que Pink Flamingos esté hoy más viva que nunca. Por un lado, Criterion Collection prepara el lanzamiento de una versión restaurada del largometraje para su aniversario número 50 y, por el otro, la cinta acaba de ser seleccionada para su preservación en el Registro Nacional de Cine de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos al ser considerada 'cultural, histórica o estéticamente significativa'.

"He mirado esa lista todos los años y he fantaseado con que eligieran Pink Flamingos'", confesó Waters. "Extrañamente, creo que era la película que tenía más posibilidades, porque puede no gustarte el filme pero no puedes decir que no afectó a la cultura de ninguna manera, pues creo que Divine hizo que todas las drag queens fueran más feroces, modernas, divertidas y locas". 

Si así lo asevera el hombre que logró que el underground fuese mainstream sin perder nunca del todo su esencia rebelde, además de una de las mentes más brillantes de nuestro tiempo, habrá que creerlo.

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