La selección holandesa liderada por Johan Cruyff, conocida como La Naranja Mecánica, fue la gran sensación de este Mundial gracias a su filosofía del fútbol total, un nuevo concepto de juego en el que todos los miembros del equipo atacaban y defendían, alternándose posiciones en caso de necesidad.

Este vistoso sistema era también muy efectivo y permitió a Holanda plantarse en la final de Múnich. Pero el título nunca llegó a los Países Bajos porque la poderosa Alemania Federal de Franz Beckenbauer lo impidió. Fue el segundo título para los germanos tras el conseguido en Suiza'54 y por primera vez se levantó el actual trofeo de oro macizo.

El Mundial estuvo marcado por la Guerra Fría, con Berlín Occidental como una de las sedes del campeonato. Además, en esta edición debutó el equipo de Alemania Democrática, que logró una victoria por 1-0 ante Alemania Federal en la primera fase de grupos.