El terrible accidente le ocurrió en Bryansk, a 378 kilómetros al sur-oeste de Moscú, a la joven Tatyana Didorenko, de 26 años de edad mientras paseaba por la plaza central de la ciudad con su bebé, Kirill, en un cochecito.
El pavimento bajo sus pies se derrumbó inesperadamente, sumiendo a la madre y el niño en un hoyo profundo que fue causado al parecer por un tubo de drenaje roto. La joven logró aferrarse al borde del hoyo, pero su hijo, Kirill, se salió de su cochecito y fue absorbido por las alcantarillas de la ciudad debido a una fuerte corriente subterránea.
Su marido, un oficial de policía que hacía guardia en la zona, acudió al lugar, bajando en el agujero con la ayuda de una cuerda para tirar de su esposa y rescatarla.
Llevó a los trabajadores de rescate más de 24 horas para recuperar el cuerpo sin vida del bebé, que fue arrastrado a varios kilómetrros de la escena del accidente.
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