Cinco mujeres, cinco proyectos, y un reconocimiento. La ciencia avanza y con ella lo hacen las ideas, por lo que no está de más atraer a las generaciones jóvenes a los aspectos más novedosos de las distintas disciplinas.

La Fundación L'Oreal, junto con la Unesco, ha premiado este año media decena de proyectos que al mismo tiempo suponen avances: esta vez la edición se centra en aportar visibilidad y apoyo a las mujeres científicas para el presente y para el futuro. Además, es una manera de conectar con los jóvenes e intentar despertarles el interés por la ciencia.

En este sentido, las premiadas se distribuyen por toda la geografía española, con propuestas muy diferentes que giran en torno a meaterias como la nanofísica o la astroquímica.

Esta catalana desarrolla sus trabajos en el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona, y ha sido premiada por un proyecto vinculado a la mejora de nuevos materiales para el desarrollo de la energía solar a través de la nanoquímica. Esto es, una forma de trabajar con las pequeñas partículas para conseguir nuevas reacciones.

Tiene claro el porqué de su idea: "Podemos contribuir a uno de los retos más importantes a los que se enfrenta la sociedad del siglo XXI: conseguir un nuevo sistema energético que permita la producción de energía limpia".

También lanza un mensaje positivo para las chicas que en el futuro quieran trabajar en disciplinas científicas. "Creo que es muy importante que las jóvenes vena nuestra labor como algo cercano y relevante para la sociedad, que descubran que pueden cambiar el mundo con su talento y voluntad".

Coll reconoce, eso sí, que "en alguna ocasión te das cuenta de que tus trabajos o tu aportación quedan eclipsados por las de los hombres" y tiene claro que "hay que trabajar para cambiarlo desde dentro".

"Mi investigación pretende ampliar las fronteras del conocimiento, con el descubrimiento de una nueva física que transformará completamente nuestra comprensión sobre el origen y evolución del universo", dice la valenciana, que desarrolla sus proyectos en el Instituto de Física Corpuscular.

Su planteamiento se centra en la observación de las oscilaciones de los neutrinos, un tema especialemte relevante si tenemos en cuenta que un trabajo sobre las mismas ideas se llevó el premio Nobel de Física hace solo dos años. Eso "motiva a seguir investigando, avanzando", explica.

Por otra parte, asume que la trasmisión de la ciencia hacia las siguientes generaciones de mujeres parte porque "se dé a conocer las STEM (acrónimo en inglés para las disciplinas científicas) ya desde la base, es decir, en las familias y en los colegios".

Como madre, sostiene que uno de los principales retos a los que se enfrenta una mujer científica es la conciliación, "aunque muchas de nosotras hemos conseguido llegar a una situación de reparto igualitario con nuestras parejas, nos encontramos con colaboradores masculinos que no lo hacen".

Maia quiso ser científica a partir de una foto de Einstein, cuando era pequeña, pero ahora asume con bastante claridad dónde está el problema para las que como ella, quieren dedicarse a la ciencia: "El hecho de que se nos vea infravaloradas, hace dudar a las más jóvenes; no saben si podrán ser buenas", dice.

Esta investigadora vasca ha sido galardonada por un proyecto que se centra diseño de nuevos materiales topológicos con posibles aplicaciones como la reducción del uso de energía. "Espero que lo que descubramos tenga una gran utilidad", sentencia.

Quiere ayudar a que se entienda mejor la biología humana, y para ello el apoyo de programas como el mencionado parece un colchón más que interesante.

Fernández es vallisoletana y el proyecto que va a desarrollar se centra en el uso del hidrógeno. Pretende aumentar sus utilidades. "El objetivo de mi trabajo es que el hidrógeno pueda ser utilizado como fuente de energía de forma masiva y así contribuir a conseguir un planeta más ecosostenible", explica.

En cuanto al papel de la mujer en las STEM ve que el problema es de percepción: "Se nos califica como personas raras, solitarias y con las que es difícil relacionarse. Las mujeres, en general, y en la ciencia, no somos así. Hay que cambiar esos pensamientos, y desde dentro".

Eva participa en actividades divulgativas en clases infantiles donde lleva a cabo experimentos sencillos relacionados con el temario que los niños realizan en el aula, como las plantas o el agua. "De esta forma contribuyo a fomentar el interés y la curiosidad por la ciencia en los más pequeños", esgrime.

Prado es la más joven de las cinco, aunque todas son nacidas entre 1975 y 1985, y quizás por eso su opinión sobre la posición que hay que adoptar respecto a las más jóvenes se basa en una "anticipación". Comenta que "tenemos que convencer a las niñas de que este es su sitio antes de que renuncien".

Sus trabajos se centran en la gravedad, en la que "los cambios podrían tener un gran impacto social, según ella misma dice". Quiere plantear un nuevo paradigma y reconoce que su pasión por la ciencia viene desde muy pequeña, "justo después de aprender a sumar".

“Hoy en día uno de los retos más fascinantes en física es determinar si ciertos componentes que no observamos y constituyen alrededor del 95% del contenido cósmico (materia y energía oscuras) son los responsables de la evolución de nuestro universo", explica. Y en ello se centra en su proyecto.

Estas cinco mujeres han recibido un reconocimiento a su trabajo, pero el camino, como ellas mismas reconocen, es largo. El discurso en torno a la ciencia no está instalado en el conjunto de la sociedad, pero dan algunas de las claves para que quienes están empezando confíen en sus capacidades. Quedan muchas cosas por descubrir.