La Guardia Civil vigilaba a Bernardo Montoya como "sospechoso con mayúsculas" desde el principio

Bernardo Montoya, en los juzgados de Valverde del Camino.
Bernardo Montoya, en los juzgados de Valverde del Camino.
EFE
Bernardo Montoya, en los juzgados de Valverde del Camino.

Los responsables de la Guardia Civil a cargo de la investigación del asesinato de Laura Luelmo, el coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Huelva, Ezequiel Romero, y el teniente coronel de la Unidad Central Operativa (UCO) Jesús García Fustel, han comparecido este miércoles para explicar los detalles de un caso que ha conmocionado a la opinión pública.

Han comenzado confirmando, en un repaso cronológico de los hechos, que fue el miércoles 13 de diciembre cuando tuvieron constancia de que Laura había desaparecido, tras poner su padre una denuncia en Zamora. En dicha denuncia constaba que no tenían noticias suyas desde que el día anterior envió a su pareja un WhatsApp comentando que tenía dudas sobre salir a andar porque hacía viento.

Laura no salía a correr, pese a haberse convertido ya en un símbolo para las mujeres que corren. Lo tenía prohibido por prescripción médica. "Ella salía a andar", ha insistido Romero, apuntando además a que, según su familia, "era bastante miedosa" y no se alejaba de entornos seguros cuando lo hacía.

La denuncia de la familia tuvo lugar "prácticamente al mismo tiempo" que la dueña de la casa se puso en contacto con ellos para que comprobasen si su inquilina estaba dentro. Algo que el coronel jefe de Huelva asegura que hicieron inmediatamente, igual que reconoce que desde el principio vio que no había "nada raro en cuanto a ella" y sí "en cuanto a la desaparición".

Desde el jueves 14 de diciembre, los responsables de la investigación deciden por tanto afrontar la situación simultáneamente desde "dos frentes", "desde la investigación y desde la búsqueda".

Preguntan a Montoya, que niega conocer a Laura

El mismo viernes se presentan en el pueblo el padre y la pareja de Laura; al entrar en la casa echan en falta las zapatillas de deporte y unas mallas, por lo que "las probabilidades de que se hubiera ido a andar ganan peso". Al mismo tiempo "la policía judicial ve a un vecino que sale de su casa con unos objetos, lo identifican y comprueban lo que llevaba. Es Bernardo Montoya. Le preguntan si conoce a la chica que lleva unos días ahí y dice que "no sabe siquiera que hubiera allí nadie, que no la conoce ni la ha visto nunca".

Tras sus declaraciones, "trasladan la identificación a la central, reciben todos los antecedentes y ya desde el inicio piensan que puede ser un sospechoso con mayúsculas", por lo que le ponen una patrulla, que "en principio está allí vigilando la casa pero también sus movimientos".

Mientras, la búsqueda continúa, con habitantes del pueblo y profesionales volcados en localizarla en un lugar complejo, una sierra de pasado minero y con muchos recovecos.

El domingo, el día previo a la aparición del cuerpo, "Montoya estuvo en un centro de salud de Cortejana porque se quejaba de un golpe en las costillas" que creen que "es fruto del forcejeo con Laura". Queda evidente tras escuchar a los investigadores que Laura Luelmo se resistió con todas sus fuerzas. A partir de ese momento le ponen un seguimiento permanente, pidiendo refuerzos y "viniendo desde Madrid los mayores especialistas que había".

Fue una patrulla del Seprona la que encontró el lunes el cuerpo, "de cintura para abajo desnuda y con la cabeza cubierta". Al hacer el levantamiento del cadáver "se observan claramente" signos de agresiones. El cuerpo estaba a unos diez kilómetros del pueblo, en una zona de jaras con una altura de un metro, en la que "el que pasara, como no se acercara a metro y medio, era fácil que siguiera sin verla".

No tardaría en llegar la detención de Bernardo Montoya. ¿Por qué no se le detuvo antes? Por un lado porque no había indicios con "carga probatoria" contra él. Es cierto que podrían haber efectuado un registro voluntario, pero el teniente coronel Jesús García ha aclarado que tenían que "valorar bien" lo que hacían porque si hubiera estado viva, "si la tuviera en otro sitio", podrían haberla puesto en peligro.

Respecto a la detención de Montoya, desde la Guardia Civil apuntan que "nos cuenta una película, se inventa muchas cosas", pero que también "se autoinculpa".

En el registro de la casa de Bernardo encuentran objetos que ella había adquirido en el supermercado. Los investigadores tienen el ticket que prueba que estuvo comprando a las 17,20 horas del día 12. También hallan restos de sangre de Laura y de él. Creen que el sospechoso la cogió cuando salía de comprar y la forzó a entrar en su casa, allí es dónde ella se resiste propinándole un golpe en el costado y él le golpea la cabeza contra el suelo.

"Nuestra hipótesis es que Laura estuvo en su casa (de Montoya), pero poco tiempo, y que la lleva en el maletero de su coche al lugar en el que se la ha encontrado". Han confirmado que sí que hubo agresión sexual, sin entrar en detalles, y que sospechan que Montoya la lleva a cabo en el campo, insistiendo en que "no debemos entrar en escenas escabrosas que perjudiquen a la familia".

No está claro el momento de la muerte

Sobre si Laura murió el mismo día 12 o dos o tres días más tarde, como apuntó la autopsia preliminar, los investigadores destacan que "no tenemos una autopsia totalmente finalizada" y que de lo único de lo que están seguros es de que "Laura no estuvo en la noche del 12 al 13 en la casa del sospechoso".

Por los testimonios y la posición del cadáver, así como por "el frío de la sierra de Huelva" que mantuvo el cuerpo en buen estado, han asegurado que todo apunta a que "a priori" sí murió ese primer día o al menos no estuvo luego consciente, pero añadiendo que es un punto que "tendrán que analizar los forenses".

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