Testimonios del 4-M | La tercera edad copa la mañana electoral y los jóvenes se las apañan con el permiso de trabajo

Ruth, encargada de las dos filas a la entrada del colegio.
Ruth, encargada de las dos filas a la entrada del colegio.
Belén Sarriá
Ruth, encargada de las dos filas a la entrada del colegio.
Los madrileños acuden a las urnas.
Bieito Álvarez

Pasadas las 10 de la mañana unos 250 vecinos del barrio Avenida Donostiarra ya han acudido a votar al colegio Carlos V. "La verdad que ha venido muchísima gente a primera hora", dice la voluntaria que reparte mascarillas a la entrada del centro. Más allá de la sucesión de personas, lo que más sorprende a Marta es el rango de edad: “Casi todos los que han venido son mayores”. 

Reparto de Mascarillas en el colegio Carlos V.
Reparto de Mascarillas en el colegio Carlos V.
Bieito Álvarez

Francisco y Ángeles son los primeros de la fila y los próximos en entrar a votar. “De momento lo vemos bien: la entrada por un lado y la salida por otro”. Este matrimonio no recuerda unas elecciones tan particulares pero se sienten tranquilos: “Lo estamos pasando como podemos, pero estamos vacunados”. Nada más dar un paso adelante Marta les hace entrega a cada uno de una mascarilla. “Las medidas de seguridad están bastante bien, todos tienen que ponerse una quirúrgica encima de la que llevan puesta y, además, les dividimos en grupos pequeños”.

Francisco y Ángeles, poco antes de votar.
Francisco y Ángeles, poco antes de votar.
Belén Sarriá.

Lola (nombre ficticio) está de acuerdo con las medidas de seguridad, pero muestra su fuerte indignación por tener que cuidar de su nieto en día lectivo. “Nos hemos quedado con él porque tiene que estar acompañado, ¿verdad hijo?”, dice mirando al pequeño que hoy se ha acercado a su colegio y no precisamente para estudiar… “Tendrían que haberlo hecho en iglesias o en polideportivos, si no haberlo puesto en sábado”, critica su abuela.

Lola, a la salida del colegio electoral.
Lola, a la salida del colegio electoral.
Belén Sarriá

Javier defiende su queja particular. “No me han dejado votar". Y es que, según explica, semanas antes había solicitado el voto por correo, pero finalmente no acudió a la oficina de Correos. Este martes ha ido al colegio junto a su padre y cuando ha llegado a la mesa..."pues un voto menos para Vox".

Javier, junto a su padre.
Javier, junto a su padre.
Belén Sarriá

A las 11:30 horas la fila de votantes se ha triplicado. Lo cuenta Marta, que sigue repartiendo las mascarillas. Ni siquiera en la entrada sino a los que guardan fila a la vuelta de la manzana. “No he parado; está siendo complicado gestionar las distancias porque las personas se juntan entre ellas, pero con el tema de las mascarillas voy bien”. A esas horas Marta calcula haber visto a unas 500 personas. Algunas, incluso, de rangos de edad más bajos como Beatriz y Sara. La primera tiene 25 años y relata cómo ha sido ejercer su derecho al voto en estas elecciones tan peculiares. “Ha sido como otras veces solo que con más colas”, valora esta joven. Eso sí, “había menos gente en las mesas: solo votaba yo y otro esperaba cerca, el resto hace cola fuera”. Esta joven es enfermera y tiene turno de tarde: “No me ha trastocado la jornada”. 

Beatriz, enfermera, después de votar.
Beatriz, enfermera, después de votar.
Belén Sarriá

En cambio a Sara sí le ha perjudicado. “Es cierto que han puesto franjas horarias- mayores de 65 de 10.00 horas a 12.00 horas y personas infectadas, de 19.00 a 20.00 horas- pero hay a gente a la que nos trastoca el horario. Por ejemplo yo vengo ahora con la gente más mayor porque tengo clase por la tarde”. Sara lleva puesta una mascarilla FPP2. En unos metros tendrá que ponerse encima una quirúrgica. “Aunque podría haber más medidas de seguridad, dentro de lo que cabe estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos”.

Sara, poco antes de entrar en el colegio electoral.
Sara, poco antes de entrar en el colegio electoral.
Belén Sarriá

Todos avalan las medidas de seguridad pero la mayoría coincide en el caos que se forma en las colas. Primero, por el filtrado por edades y, segundo, por las colas de hasta una hora que se han formado en algunos colegios de la capital a la 14.00 horas de la tarde. El primer caso está representado en el colegio de Nuestra Señora de la Concepción, en el distrito de Ciudad Lineal. “Está un poco lioso esto... Sé que en una cola estamos los mayores de 65 y en la otra el resto, pero luego llaman a una mesa y nos lían a todos. Las colas están bien organizadas pero a la hora de llamarnos...fatal”, advierte Concha, una de las que, por su edad, tiene prioridad en el turno de votación. 

Concha, en el colegio de Nuestra Señora de la Concepción.
Concha, en el colegio de Nuestra Señora de la Concepción.
Belén Sarriá,

Mientras unos cuantos se quejan, Ruth trata de poner orden entre los vecinos. "Está siendo un poco caótico porque la gente hace toda la cola y cuando llega al final les tienes que decir que tiene que ponerse en otra. El problema es que no hay nadie al final de la cola y esta labor la están haciendo los apoderados, que no les toca a ellos... Tiene que estar hasta la Policía avisando y es un jaleo. "Se necesitaría a una persona al final de la cola para advertir a los mayores de 65 que tienen prioridad. Los mayores de 65 que vayan a votar, por favor, que vengan directamente a la puerta y hagan su propia cola”, insiste Ruth.

Ruth, encargada de las dos filas a la entrada del colegio.
Ruth, encargada de las dos filas a la entrada del colegio.
Belén Sarriá

A unos cuantos kilómetros, en el distrito Retiro el ambiente se respira distinto. Los madrileños que votan en Los Olmos representan el segundo escenario del caos. Es la segunda vez que Javier y Victoria hacen cola en este colegio en la misma mañana: “Hemos venido antes y hemos visto tal cola que nos hemos ido”. Un par de horas después la pareja de autónomos ha vuelto creyendo que estaría más despejado. Pero la imagen es la misma: unas doscientas personas delante de ellos esperan para votar. “Pensábamos que al ser la hora de comer la gente no vendría, pero está igual...”. Al menos este matrimonio tiene la comida preparada en casa.

Javier y Victoria, en Los Olmos.
Javier y Victoria, en Los Olmos.
Belén Sarriá

En este mismo distrito, en el instituto La Estrella Garazi se encarga de repartir las mascarillas por “once euros la hora”. Tras más de cinco horas a pie de urna calcula que de las 5.000 personas que habrá visto pasar a votar sólo un 10% es menor de 30 años”. 

Garazi, en La Estrella.
Garazi, en La Estrella.
Bieito Álvarez

Sin embargo a las 14:30 de la tarde la población comienza a mezclarse. Es mediodía y para los trabajadores es un buen momento para apañárselas con sus permisos de trabajo. Eduardo, Sergio y Mar guardan fila para votar. Eduardo trabaja en el sector social. Su puesto es presencial y este martes no ha sido distinto. Con el caso en la mano cuenta cómo ha tenido que salir antes para desplazarse hasta su colegio electoral ubicado en Retiro: “He tenido que venir desde Leganés”. No obstante asegura que en tu trabajo no le han puesto inconveniente. “Tengo cuatro horas pero no los voy a consumir”. 

Eduardo, tras votar en la zona del Retiro.
Eduardo, tras votar en la zona del Retiro.
Bieito Álvarez

A Sergio tampoco le han puesto problemas en el trabajo para ausentarse durante ese tiempo. No obstante, este joven de 21 años no deja su puesto en ningún momento: “He utilizado mi hora de comer para poder ejercer mi derecho”. Mar, en cambio, es autónoma y este martes, como cualquier otro día lectivo, trabaja desde casa. “No me ha trastocado la jornada aunque luego cuando llegue a casa tendré que recuperar las horas". Otros como Antonio han optado por cogerse el día libre: "Entre las cuatro horas que tengo para votar y las otras cuatro de libre disposición aprovecho para quedarme con los niños".

A medida que aprieta el hambre las colas se van encogiendo. Se hace patente a partir de las 15:00 en el distrito de Puentes de Vallecas. "La gente a estas horas tiene hambre”, dice Jacqueline quien nada más salir del trabajo ha ido a hacer la compra. Ahora con las bolsas en la mano acude a votar al colegio Ciudad de los Muchachos. 

Jaqueline, tras votar.
Jaqueline, tras votar.
Bieito Álvarez

Esto mismo es lo que ha empujado a Rosa a acercarse a votar a pasadas las 15:30 a la Junta Municipal de Vallecas. Rosa teletrabaja en casa por problemas de salud y su familia le ha advertido de las colas que se han formado durante la mañana frente al centro. Así que nada más terminar de trabajar se ha acercado a votar. “Ha sido muy seguro: no me han tocado el DNI como otras veces y me he puesto doble mascarilla”.

Rosa, tras ejercer su voto.
Rosa, tras ejercer su voto.
Bieito Álvarez

La palabra seguridad se repite entre los electores. Incluso en quienes hoy han sido llamados a formar parte de la mesa. Tanto Isabel, presidenta de una de las mesas del colegio Nuestra Señora de la Concepción (Ciudad Lineal), como Davinia, presidenta de mesa en el colegio Ciudad de los Muchachos (Vallecas) creen que se cumplen las medidas seguridad. 

Isabel, presidenta de mesa del colegio en Ciudad Lineal.
Isabel, presidenta de mesa del colegio en Ciudad Lineal.
Belén Sarriá

Eso sí, ambas advierten de que la última franja horaria "nos da miedo". “Nos han repartido los Epis, pero ahora nos toca averiguar cómo ponérnoslas...”, apunta Isabel quien tendrá que atender entonces a las personas infectadas de Covid. Davinia comparte su preocupación, aunque sin la misma protección. A ella solo le han entregado una pantalla.

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