Ceuta | ¿Por qué ahora y por qué así? Los expertos ven una "presión" de Marruecos para lograr contraprestaciones

Gráfico | Crisis en Ceuta.
Gráfico | Crisis en Ceuta.
Henar de Pedro
Gráfico | Crisis en Ceuta.

En un hecho que no tiene precedentes, 6.000 inmigrantes marroquíes han llegado (y lo siguen haciendo) a Ceuta por el paso del Tarajal, llevando a la ciudad autónoma a un "estado de excepción", según ha descrito su presidente, y desatando una de las mayores crisis entre los dos países.

El Sáhara Occidental es uno de los principales elementos que existen detrás de esta gran crisis, detonada por la acogida por parte de España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, atendido por coronavirus en un hospital de Logroño.

La profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Comillas ICADE, Elsa Aimé González,

Elsa Aimé González

  • Profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Comillas ICADE

La profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Comillas ICADE, Elsa Aimé González, señala que tras una llegada de estas inusitadas características está el "uso de las personas migrantes como una moneda de cambio dentro de un pulso político entre dos gobiernos". "No es algo que no se pueda prever", señala.

Instrumento de presión

"Lo que hemos venido viendo no solo ahora sino desde los últimos meses con el aumento en la llegada de personas migrantes a Canarias es que Marruecos está usando la cuestión migratoria como un instrumento de presión política para obtener contraprestaciones por parte de España y la UE y lograr un alineamiento con su propio proyecto político", destaca la profesora.

Señala que la cuestión del Sáhara Occidental es un elemento central, pero no el único. También está la reivindicación por parte de Marruecos de Ceuta y Melilla, "algo que desde la perspectiva de la ONU no tiene fundamento".

"El Reino de Marruecos tiene muchas bazas, no diría que la inmigración sea el único elemento de presión que tiene con respecto a España", considera Aimé González. "Hay otras cuestiones ligadas con la pesca o el Sáhara Occidental. Pero la cuestión migratoria es la que llama la atención".

Blanca Garcés, investigadora senior en temas de inmigración de CIDOB (Centro de Estudios de Asuntos Internacionales de Barcelona) coincide con que el "Gobierno marroquí ha utilizado claramente la migración como una carta de negociación política", un hecho del que ya había advertido al protestar por la hospitalización de Brahim Ghail. 

Blanca Garcés, investigadora senior en temas de inmigración de CIDOB

Blanca Garcés

  • Investigadora senior en temas de inmigración de CIDOB

"Demuestra cómo la inmigración se ha convertido en carta política, en elemento para forzar determinadas negociaciones", indica. No es la primera vez que pasa esto, pues ya el año pasado el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ya presionó a la Unión Europea permitiendo el paso de inmigrantes sirios.

"Denota una falta de sensibilidad, porque al final estamos hablando de personas que se juegan la vida intentando cruzar la frontera", comenta. "Pero de hecho, los primeros que empezaron a negociar con el tema de migración fueron los estados miembros de la UE; con lo cual la migración ya hace tiempo es una carta fundamental en la negociación entre estados miembros y vecinos".

'Externalización' del control fronterizo

Las expertas destacan que si Marruecos tiene este instrumento de presión, se debe en buena parte a las políticas migratorias de la Unión Europea, en las que España ha jugado un papel fundamental. Unas políticas que externalizan el control fronterizo y favorecen este tipo de situaciones. 

"El problema es que se opta por una política cortoplacista: la externalización del control fronterizo; pagar a los países vecinos para que controlen las fronteras por nosotros y para nosotros", indica Garcés, del CIDOB.

"A corto plazo es eficiente, consigue reducir de forma relativamente rápida el número de llegadas irregulares", agrega. "Lo vimos en 2019 cuando estas llegadas se redujeron a la mitad.

Sin embargo, una política así acaba teniendo un alto coste en términos políticos y de derechos humanos, observa.

"Al final acabamos dependiendo de los gobiernos de estos países", sentencia. "La UE pierde capacidad de crítica y de posicionamiento en determinadas cuestiones porque le va en ello la posibilidad de tener una crisis migratoria en una de sus fronteras".

La mejor política de fronteras, considera, es asegurar las condiciones de vida adecuadas al otro lado de la frontera. "Si tienes una guerra como la de Siria al otro lado de la frontera, a tres millones de refugiados en Turquía en unas condiciones pésimas, o una población marroquí joven con una falta de futuro y con problemas de inserción en su mercado laboral, tienes sí o sí una bomba de relojería que puedes contener de forma inmediata negociando con estos países, pero que tarde o temprano te va a explotar".

Aimé González, de las Comillas ICADE, estima por su parte que es necesaria una política migratoria con enfoque de derechos humanos, que busque crear cauces y vías para una inmigración regular y sobre todo evitar las vulneraciones sistemáticas de los derechos humanos.

"El hecho de que 6.000 personas hayan llegado de esta manera a territorio español en realidad nos tiene que llamar la atención por la forma y las vías que tienen para migrar", agrega. "Hay que abandonar una lógica que se basa en emergencia y en respuestas puntuales y buscar unas políticas que busquen responder a la dimensión estructural de la realidad migratoria".

Responsabilidades en el Sáhara Occidental

Detrás de la cuestión del Sáhara Occidental hay responsabilidades que apuntan no solo a Marruecos, sino a España, destaca la profesora de la Comillas ICADE. "La ONU reconoce al Sáhara Occidental como un territorio pendiente de descolonización, por la propia manera en la que España gestionó la descolonización y por no celebrar el referéndum que se tendría que haber llevado a cabo hace ya más de 40 años"

Sería interesante, apunta, que España replanteara la agenda que ha venido llevando con el Sáhara Occidental, porque hasta ahora los resultados han sido una tragedia para la población saharaui, un asunto internacional que se está enquistado y un elemento que pesa muy fuerte en las relaciones España-Marruecos.

"La posición de España hasta ahora ha sido tratar de privilegiar la relación con Marruecos", explica, "y ello significa que España no pueda adoptar una política mucho más activa en la resolución de este conflicto, cuando tiene una responsabilidad histórica".

Instrumentalizado por la extrema derecha

La crisis de Ceuta ha llegado en un momento en que la política doméstica española está polarizada, y sobre todo influida por el ascenso de la extrema derecha. Vox ya ha usado el tema de la migración en la campaña de las elecciones autonómicas madrileñas y ya su líder, Santiago Abascal, ha llamado a los sucesos en la ciudad autónoma "una invasión de menas".

La experta de Comillas ICADE señala que el Ejecutivo debería mostrar "tolerancia cero a los discursos xenófobos" para evitar que sean instrumentalizados por la extrema derecha para alimentar un discurso de odio.

"Creo que la posición del Gobierno español tiene que ser tajante", indica Aimé. "Es imperativo que en España y Europa se articule una postura política crítica con cualquier instrumentalización de lógicas racistas y xenófobas".

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