La vida de Enaiatollah: un inmigrante afgano abandonado por su madre a los 10 años

  • Cuenta su vida en el libro 'En el mar hay cocodrilos'.
  • "Para mí era necesario contarlo", asegura.
  • En su periplo pasó por Pakistán, Irán, Turquía, Grecia e Italia.
El afgano Enaiatollah y el escritor italiano Fabio Geda que ha escrito su historia.
El afgano Enaiatollah y el escritor italiano Fabio Geda que ha escrito su historia.
JORGE PARÍS
El afgano Enaiatollah y el escritor italiano Fabio Geda que ha escrito su historia.

Con diez años (aproximadamente, porque desconoce su edad exacta), el niño afgano Enaiatollah es abandonado por su madre en Pakistán. No es una mala madre ni una mujer sin sentimientos, el asunto es más difícil y valiente por su parte, casi imposible de encajar para quienes nunca se vieron en situación igual: si no actúa así, le quitarán a su hijo.

Cuando este niño despierta solo en una pensión de Pakistán (su madre se va de noche, mientras duerme) comienza a vivir en un mundo hostil y totalmente alejado de lo que entendemos por un mundo de niños. Trabajará en aquello que consiga (y que será siempre duro, mal pagado y sin derechos) y pasará por Irán, Turquía, Grecia y finalmente Italia en su intento de encontrar algo mejor.

La vida, desde dentro

Fabio Geda nos cuenta la historia de Enaiatollah en la novela En el mar hay cocodrilos (Destino). Y ambos nos reciben tranquilos y sonrientes, dispuestos a contar aquello que de verdad les importa: "Lo que yo quería es mostrar la historia de un inmigrante desde dentro, porque la televisión nos la cuenta desde fuera, nos muestra solo la barca cuando llega. Y eso no es más que un 12% de todo lo que nos sucede", así nos lo dice Enaiatollah, que no ha dudado en venir a Madrid a promocionar el libro que cuenta su vida, y del que Geda, el autor, le cederá un 50% de los beneficios. A sus, según calcula, veinte años, parece mucho mayor, lógica consecuencia de la dureza con la que ha tenido que sobrevivir. Pero no ha perdido ni las ganas de aprender ni la intención de agradar.

"Distanciarse era difícil, pero me ha servido mucho llevar doce años trabajando como educador con menores en situaciones complicadas". De hecho, así fue como ellos se conocieron, en el centro intercultural en el que Geda presentaba su obra anterior.

"Quería también con este libro conservar para siempre los recuerdos de Enaiatollah. Para que él pueda volver siempre que quiera". Y sobre todo, el autor italiano que ha seducido a buena parte de su país con esta corta novela ha querido evitar contar una vez más la historia de un inmigrante visto por un occidental. Y lo ha logrado: el relato sale de dentro. Del corazón de Enaiatollah.

La fuerza de la denuncia

"No ha habido nada que me costara especialmente contar o luego leer", dice Enaiatollah cuando le preguntamos si hubo algún episodio especialmente doloroso. "Es difícil contar tu vida y tu intimidad, pero para mí era necesario contarlo, para que la gente entienda lo que vivimos", asegura.

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