CHARO RUEDA. PERIODISTA
OPINIÓN

Un derecho, no un lujo

Charo Rueda, periodista.
Charo Rueda, periodista.
CHARO RUEDA
Charo Rueda, periodista.

Leo en un periódico con cierta perplejidad que la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid ha invitado a una niña diabética de 9 años a cambiar de colegio si necesita una enfermera durante todo su horario escolar y que lo máximo que le concede es desplazar hasta el centro a una sanitaria de otro cercano durante 15 minutos.

En un escrito enviado a la familia, la Consejería dice que como la niña va a cumplir 10 años debe alcanzar la autonomía suficiente en el manejo de la enfermedad (pincharse la insulina) y que conviene que lo haga o le irá muy mal en la vida. No lo pone así de crudo, pero es lo que viene a decirle a la criatura.

Por lo que cuenta el diario, a la niña le acaban de detectar la enfermedad y está aprendiendo, como su familia, a adaptarse: a pincharse la insulina, a hacerse los análisis de glucosa en sangre; pero tiene nueve años y a esa edad pocas decisiones se pueden tomar, una vez hecho lo anterior, para actuar en caso de tener la glucosa alta (hiperglucemia) o tenerla baja (hipoglucemia), situaciones ambas bastante peliagudas a esa edad temprana. De ahí que sus padres hayan reclamado, sin éxito, una profesional sanitaria en el colegio.

Los niños diabéticos empiezan a tener conciencia de su enfermedad y a saber gestionarla cuando tienen 12 o 13 años, pero un niño menor de esa edad necesita cuidados que debe darle un enfermero o alguien con formación, según aconsejan las asociaciones de diabéticos.

Yo fui una niña y una adolescente diabética y conozco bien los problemas que generaba entonces tener una enfermedad crónica a esa edad para poder hacer una vida más o menos normal: ir al colegio, hacer deporte, salir de excursión, ir a cumpleaños de amigos…  Por eso, me sorprende que en tantos años no hayan mejorado del todo las cosas y más aún que cada centro escolar no tenga su enfermero, a pesar de las campañas de las asociaciones de enfermos crónicos y del propio devenir de la sociedad. Seguro que esta es una consecuencia más de los recortes que castigan a la sanidad y a la educación.

No pido que tenga que haber un especialista en cada patología, pero sí un profesional que pueda atender los problemas puntuales de los escolares enfermos. En mi ignorancia, estaba convencida de que en todos los colegios públicos había enfermería y ha sido una sorpresa comprobar que no es así y que los padres de estos niños dependen de la buena voluntad de los profesores para confiar en que sus hijos serán atendidos en caso de apuro.

Cerca de 1.600 escolares de la Comunidad de Madrid son diabéticos, pero solo 251 de los 1.254 centros de educación infantil y primaria, públicos y concertados, cuentan con un enfermero. Por eso, la Plataforma de Enfermos Crónicos en Edad Escolar lleva a cabo la campaña Reclama, para conseguir que contraten a sanitarios en los colegios. Una campaña sensata y razonable, porque se trata de un derecho, no de un lujo.

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