HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

El lazo rojo

HELENA RESANO
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En los años 80/90 nadie tenía que explicar qué significaba el lazo rojo en la solapa de la chaqueta. La lucha contra el SIDA era la batalla social y sanitaria más importante a nivel mundial. Había que acabar con una pandemia que, a día de hoy, se ha cobrado ya 36 millones de muertes. Por aquellos años lo más urgente era lograr saber cómo se contagiaba y cómo se podía curar. Concienciar a la sociedad sobre los peligros del VIH era primordial para lograr el éxito del primer objetivo: reducir el número de contagios. Y por eso surgió el símbolo del lazo rojo. Era una forma de solidarizarse con los enfermos, con las familias, con los investigadores, con una sociedad preocupada por la peor enfermedad del siglo XX. Se llegó a plantear cerrar las fronteras para controlar la expansión del SIDA. El mundo entero entró en pánico.

El lazo rojo fue el primero de muchos otros: llegaron los azules, los blancos, los verdes, los rosas, los negros, los amarillos (aquí hay polémica porque los enfermos de espina bífida denuncian que los independentistas les han robado el lazo amarillo para reclamar la libertad de los encarcelados, pero éste es otro tema). Hay tantos lazos como colores se pueda imaginar y tonalidades (rastreando para este artículo he descubierto que hay diferentes colores grises o rojos borgoña). Hay tantos que nos hemos olvidado qué era esto del lazo rojo.

El viernes pasado me ocurrió. Un compañero de redacción me recordó que era el día internacional contra el SIDA y me preguntó si me iba a poner el lazo. Eran las 12 y rápidamente llamé a sastrería para que me prepararan uno para el informativo. Y ahí vino la primera pregunta: "Lazo rojo, ¿hoy qué día es?" La pregunta me la repitió cada uno de los que me crucé camino del plató y también dentro, ya con mi lazo rojo en mi blusa. Y muchos tienen mi edad o me superan. Cosa que me sorprendió. ¿Cómo en 30/40 años hemos podido olvidarnos del significado del lazo rojo? ¿Hemos normalizado tanto esto de los lazos, de las reivindicaciones que lucir uno rojo sorprende?.

El viernes los expertos nos decían: hemos vencido la enfermedad médicamente pero no socialmente. Hemos logrado que un enfermo de VIH logre tener una vida más o menos normalizada, que con un tratamiento la convierta en una enfermedad crónica, pero no hemos logrado que esos enfermos puedan superar el miedo a admitir dentro de su entorno de amigos o de trabajo que son portadores del virus. Y ocultar la enfermedad ha hecho que la olvidemos y por tanto que le perdamos el miedo. Los médicos han encendido todas las alertas: cada vez hay más contagios entre la gente más joven. Y no podemos permitirnos volver a las cifras de hace 40 años.


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