Un año después de las leyes de ruptura aprobadas los días 6 y 7 de septiembre, se ha visto que la rauxa lleva a un callejón sin salida. Doce meses después, la sociedad catalana ya no está solo fracturada entre los independentistas y quienes no lo son.
Los primeros se dividen, a su vez, entre quienes quieren lograr sus fines sin vulnerar la ley y los que se la saltan por las bravas, sin aceptar que el esfuerzo inútil conduce a la frustración. El seny debería reaparecer en esta Diada.
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