Por aquel entonces, el precio del gas no hacía más que subir. «Este invierno nos calentamos a sopapos», oí a una chancera señora decirle a su esposo.
Hoy, con la luz por las nubes, ni tan descabellada alternativa haría un apaño. ¡Menos mal que el Gobierno «está trabajando» en «reformas sustantivas» para «un futuro»! Esperemos que lleguen antes de que solo puedan pagar el recibo nuestros 579 compatriotas ultrarricos.
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