FICX 2023 | '¡Linda quiere pollo!', un prodigio animado que celebra la vida en común llenando la pantalla de color

Los franceses Sébastien Laudenbach y Chiara Malta traen al FICX una aventura maternofilial para todos los públicos, rebosante de talento y alegría
'¡Linda quiere pollo!'
'¡Linda quiere pollo!'
Cinemanía
'¡Linda quiere pollo!'

Ser madre soltera —o viuda, como es aquí el caso— comporta tener que hacer muchos equilibrios. La vida, parece, no está diseñada para núcleos familiares disfuncionales, y el universo de Linda y de Paulette, su madre, se volverá completamente impredecible al extraviarse el anillo de casada de esta, por el que su hija tiene una fijación especial.

El francés Sébastien Laudenbach ya había llamado la atención en el circuito de festivales con La jeune fille sans mains, una delicada incursión en los cuentos de los hermanos Grimm que también pasó por el FICX. Ahora, junto a Chiara Malta, con quien ya firmaron a cuatro manos el cortometraje A comme azur en 2020, nos traen ¡Linda quiere pollo!, un banquete de animación alocado y colorista que tan solo nos pide que volvamos a ser niños por un rato.

'¡Linda quiere pollo!': crítica

Valoración:

Ojalá todas las feel-good movies poseyeran algo del encanto de este primer largo animado de Chiara Malta y Sébastien Laudenbach. La irrefrenable sucesión de enredos y contratiempos que propulsa el filme hacia adelante puede resultar liviana o amable de más por momentos, pero está dibujada con tanta gracia que uno no puede desviar los ojos de la pantalla. 

La invocación del recuerdo, durante los créditos nos hace pensar por un momento en Alain Resnais; poco después conocemos que va a tener lugar una inminente huelga general y nos preguntamos si esta será una película sobre la lucha obrera.

Y no deja de serlo, en cierto modo. Es, sobre todo, un filme sobre los lazos que unen a una pequeña comunidad, en la que todo se pone patas arriba por el empeño de la pequeña Linda en comer pollo con pimientos, el manjar que siente que su madre le debe tras acusarla en falso de hurtar su dichoso anillo. La huelga les impide comprar el pollo en el súper, y también sobrevuelan la historia el vacío dejado por su padre y las frustraciones de una madre que no da abasto.

Las asperezas de la existencia se verán momentáneamente acalladas por una peripecia tan accidentada como las que protagonizó Jacques Tati. También puede que nos acordemos de aquella película de Sylvain Chomet, Bienvenidos a Belleville, aunque el estilo de Laudenbach y Malta es claramente más inquieto y vanguardista; a quien esto escribe le cautivó la forma en que están representadas la noche y la oscuridad, logrando pequeñas estampas de inspiración fauvista mediante el trabajo con el color.

YouTube está colonizando a marchas forzados el tiempo y el imaginario de los más pequeños, que de ahí saltan al Marvel Cinematic Universe. A riesgo de sonar paternalista, diré que ciertos productos de animación resultan tan mustios que justifican por sí solos la existencia de alegres y coloridos manifiestos como el que esboza ¡Linda quiere pollo!, cuya celebración de los afectos y las curas adolece de un tramo final demasiado complaciente. 

Algo, por cierto, sobre lo que podríamos hablar otro día es el hecho de que el macguffin de la película sea el matar o no matar a una pobre gallina.

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