No es la primera vez que se inspiran en el mundo del arte o la cultura. Ya se sirvieron de él en películas como Competencia oficial, Mi obra maestra o El ciudadano ilustre. Solo que ahora es un terreno muy específico, el del arte contemporáneo, el que los creadores argentinos Gastón Duprat, Mariano Cohn y Andrés Duprat han convertido en objeto y escenario de Bellas Artes, la serie original Movistar Plus+ que llega hoy a la plataforma y a Star+ en Latinoamérica.
“Es un universo que a nosotros nos queda cómodo. De hecho, Gastón y yo pertenecimos durante mucho tiempo al circuito artístico. Éramos videoartistas e hicimos una gran recorrida por museos, galerías, festivales… Conocemos bien de lo que estamos hablando y siempre nos fascinó la observación de los artistas, su supuesta superioridad moral. Pensamos que ahí había un gran tema para tratar y desacralizar, para divertirnos y meternos con lo que generalmente se trata de una manera muy formal. Nos parecía que había algo para imprimirle nuestro picor”, cuenta Mariano Cohn.
Y, de entre todos los artes posibles, escogieron uno que despierta tantos recelos y escepticismo que da mucho juego en la realidad y en la ficción. “El arte contemporáneo necesita de mediadores y especialistas que pongan en contexto las obras para que el público común pueda apreciarlas. Por eso nadie se atreve a opinar sobre una obra de arte moderno, porque, aunque te parezca una porquería, hay miedo de que se trate de una obra maestra que vale millones. Y, en esa distancia entre el público y la obra, se mezclan obras de arte de gran calidad con disparates sin sentido, que, a veces, es difícil discriminar. Esta realidad suma mucho a la serie”, detalla Gastón Duprat.
Con todas las aristas posibles que caben en este universo peculiar y con el personaje protagonista de Antonio Dumas, interpretado por el también argentino Oscar Martínez (Competencia oficial, El ciudadano ilustre, Relatos salvajes), crearon una serie en la que el actor tuvo claro, desde el principio, que quería estar.
“Nos entendemos y llevamos muy bien. En este caso, la temática que trata es algo que conoce como ningún otro Andrés, el hermano de Gastón [más de treinta años dedicados a la gestión cultural en el mundo de las artes visuales y, desde hace ocho años, director del Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina]. Sabía que la seria iba a tener el tratamiento que uno puede esperar de sus creadores, ese perfil cáustico, mordaz, corrosivo para meterse con un mundo que se presta a ello, obviamente”, explica el actor.
Fina comedia negra
Óscar Martínez da vida a un prestigioso historiador de arte y gestor cultural septuagenario que es nombrado director de un importante museo de arte contemporáneo en Madrid (el ficticio Museo Iberoamericano de Arte Moderno) al salir victorioso en un concurso para ese cargo. Ya en ese arranque, la serie Bellas Artes hace su declaración de intenciones, destilando un humor muy fino que deriva en comedia negra con crítica social.
“Las otras dos finalistas del concurso son una persona joven no binaria y una mujer afrodescendiente, que representan el nuevo canon imperante. La idea de comenzar la serie con ese concurso es poner de manifiesto la encorsetada corrección política imperante en la actualidad, en la que ser hombre, viejo, blanco y heterosexual, en vez de ser atributos neutros a la hora de dirigir una institución cultural, resultan una desventaja o una inferioridad. El protagonista se presenta al concurso pensando que puede aportar su conocimiento en el mundo del arte para volcarlo en acciones para la comunidad, aunque no sabe lo que le espera”, desgrana Andrés Duprat.
Y es que, una vez asumido su nuevo cargo, Antonio Dumas deberá afrontar un abanico de circunstancias y conflictos muy dispares y, casi siempre, disparatados. “Rápidamente, se da cuenta de que las cosas ahí dentro no son nada fáciles: lidiar con los egos de los artistas, manejar las presiones sindicales, soportar la injerencia de la política, saber convivir con la burocracia… Por eso el título Bellas Artes muta a Malas Artes. Son las malas artes que el protagonista debe utilizar para subsistir en el museo”, detalla Gastón Duprat.
Culto y sofisticado, aunque bastante cínico y engreído. Así es Antonio Dumas. “Es un hombre que tiene mucha trayectoria, que seguramente ha estado como director de muchos otros museos y toda su vida es eso, porque lo vemos bastante ermitaño. No tiene pareja, vive con un gato, es bastante fóbico, tiene un hijo con el que tiene una relación bastante insatisfactoria porque no ha sido un buen padre, y un nieto con el que prácticamente no tiene relación. No sabe hacer otra cosa, aunque termine diciendo “Dios, dónde me metí”. Los tiempos que corren son muy diferentes ahora. Es otro mundo”, detalla el actor.
Experiencia y autenticidad
Mucho sabe de todo esto –como avanzaba Óscar Martínez–, Andrés Duprat. “He vivido prácticamente todas las situaciones y problemas que aparecen en la serie y muchos más. ¡Podríamos hacer veinte temporadas más! Muchos artistas intentan desafiar el statu quo y generar controversia con sus producciones, y esa es una de las vertientes más comunes del arte contemporáneo. Lo peor que le puede pasar a una manifestación artística es la indiferencia”, detalla.
Por eso las críticas y la mirada ácida de Bellas Artes sobre la escena social del arte, aunque crudas, están hechas siempre desde la propia pertenencia. “Aunque a veces no se note, revelan un gran amor y pasión por ese universo pleno de imposturas, talento, arbitrariedades, genialidad, mediocridad, arribismos y especulaciones. Me fascina que en un mundo cada vez más estandarizado en sus gustos, irrumpa cada tanto una voz diferente y disruptiva que nos deje atónitos y nos descentre, aunque sea un centímetro, de nuestras convicciones y creencias”, añade.
Desde todos los frentes
Están el esnobismo, los egos y las personalidades de los artistas. Están las cuestiones de orden político, representadas en una ministra de Cultura (Ana Wagener), valedora de su gobierno, que entra bastante en contradicción con lo que Antonio Dumas piensa. Está el tema sindical, representado en un delegado y una pléyade de gente que trabaja en el museo. Y están los activistas indignados con el autor de una escultura instalada en la puerta del museo.
“Todo eso conforma una coctelera muy interesante que da lugar a esta suerte de comedia negra en la que suceden cosas bastante extremas, pero reconocibles, no es algo surrealista. La serie da lugar a situaciones muy jugosas, graciosas y delirantes, en ocasiones. Tiene mucho humor. Está muy cuidada estéticamente, muy refinada. Creo que es, ante la superabundancia de contenidos, sobre todo de series, algo diferente, peculiar, distinto”, apunta Óscar Martínez.
En los seis capítulos de 30 minutos que conforman la primera temporada de Bellas Artes y dirige Martín Bustos, priman los planos generales, que componen auténticos “cuadros”. “Creo que, en toda nuestra obra, hay una búsqueda estética muy rigurosa con la fotografía y, más precisamente, con el encuadre. La puesta en escena tiene que ver, muchas veces, con lo que sería una instalación, donde los personajes pasan a ser objetos de un gran escenario aséptico donde uno puede observar con muchísima frialdad una actuación. También hay como cierta experimentación en sostener esos planos que en cualquier película o serie serían evitados o durarían solo unos segundos. Nos gusta tomar algunos riesgos y dejar que se excedan. Ahí es cuando empieza una lectura nueva de lo que estás viendo”, explica Mariano Cohn.
Óscar Martínez se acompaña de un reparto de actores secundarios formado por Ana Wagener, Aixa Villagrán, Koldo Olabarri y Dani Rovira, entre otros. Además de la participación especial de José Sacristán y Ángela Molina.
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